El calentamiento global y la contaminación industrial son los principales enemigos de lagos y lagunas. Muchas “desaparecieron” por estos factores cuya causa se atribuye al “modelo de desarrollo”. La desaparición de los lagos Poopó y Uro Uro en Oruro confirma los efectos devastadores del cambio climático y la polución. Allí, en lugar de agua quedan parajes donde la totora (vegetación lacustre) es un recuerdo.
Algo similar ocurre en Potosí, donde la Laguna Colorada se redujo en un 50 por ciento, la Laguna Honda perdió el 70 por ciento de su espejo de agua y la laguna Capaña está seca.
En Cochabamba, todavía se definen las acciones que se realizarán para recuperar algo de la laguna Alalay, mientras la de Quenamari o Albarrancho prácticamente desapareció. En Tarija, las lagunas de Tajzara se secan y lo preocupante es la contaminación del río Pilcomayo, donde se contabilizaron 1.800 puntos de polución, en el lado paraguayo hablan de un “ecocidio” que causó la muerte de cientos de animales atrapados en el lodo y en Bolivia se extingue el sábalo.
La minería en Tupiza y Villazón, y la actividad gasífera en el sur obligaron a las familias campesinas de municipios de Yunchará, El Puente y Las Carreras declarar emergencia por la contaminación del río San Juan del Oro.
Pese a que los ingresos por la minería son importantes, genera grandes problemas de contaminación. El estudio “Evaluación de la gestión socio-ambiental del sector minero en Bolivia. El caso de la cuenca del lago Poopó” de 2015, reveló que recibía diariamente una carga de metales pesados por encima de lo permisible: 39 kg de cadmio, 3969 kg de zinc, 821 kg de arsénico y 73 kg de plomo, que pudo ser la causa para la muerte de 30 millones de peces y un millar de aves en 2014.
En Santa Cruz hay alerta por el botadero cerca del río Piraí y, como en Cochabamba, los pobladores y organizaciones, como el BID, advirten que el crecimiento urbano afectará las fuentes de agua.
El consumo del líquido en la mina San Cristobal es de 44 millones de litros, equivalente a 1,5 veces lo que requiere la ciudad de Oruro. Esta demanda provocó que varias regiones aledañas opten por su comercialización en vez de emplearlo en agricultura. En Potosí, comunarios de Caiza D denuncian que pobladores de Chaquilla venden el agua de la cuenca de La Lava a empresas mineras, mientras los comunarios del Ayllu Jesús de Machaca hacen lo propio con las aguas de las lagunas del Kari-Kari.
El Censo Agropecuario de 2013 dice que un 39 por ciento de campesinos consideran que la principal causa de contaminación son los agroquímicos y un 21 por ciento acusa a los relaves mineros.