Pampa Lupiara del municipio de Tarabuco, una de las comunidades estudiadas.
Las comunidades campesinas están experimentando intensos procesos de transformación, que no siempre son similares pero están fuertemente influenciados por factores externos. La modernidad penetra hasta el último rincón. Los campesinos y su vida comunal no son para nada impermeables ante la globalización.
Estos cambios son indeseables o al menos inesperados para muchos agentes del desarrollo. Las diferentes intervenciones para solucionar la pobreza rural han expuesto a los campesinos a distintos enfoques de desarrollo, casi siempre fragmentadas. La exposición a procesos económicos, políticos y sociales más amplios no afecta de la misma manera a las familias campesinas. Algunas encuentran un camino de desarrollo probablemente sostenible pero otras familias y comunidades simplemente colapsan ante su exposición a factores externos.
“Muchos de los desajustes entre las prácticas de intervención externa y la lógica de las comunidades surgen de teorías de cambio inadecuadas […] desde una práctica enfocada en ‘soluciones’, en lugar de un enfoque centrado en la creación de condiciones que permitan a las comunidades y a los comunarios determinar su camino de desarrollo”, concluye Jan Willem le Grand, en su estudio de doctorado que compara los caminos de desarrollo y de transiciones de 14 comunidades situadas en las provincias Oropeza, Zudáñez y Yamparáez en el norte de Chuquisaca, y en la provincia Chayanta en el norte de Potosí.
Jan Willen evalúa el papel de las intervenciones externas –los programas de educación, salud o desarrollo agropecuario– y que si no están sincronizadas en algún grado estas tareas bien intencionadas pueden formar parte del problema antes que dar soluciones. “La mayoría de los enfoques de desarrollo rural se concentran, a veces sin proponérselo, en la modernización, integración al mercado y ‘urbanización rural’”, añade. Los resultados no siempre son iguales. Mientras algunas comunidades acceden a mejores condiciones de vida, viviendas mejoradas, agua potable, educación secundaria o aumento en productividad agrícola, otras no pueden seguir el ritmo, no se benefician en la misma medida y prácticamente colapsan en términos de población y producción.
El estudioso ha detectado otros fenómenos como el rápido nucleamiento de las comunidades y la educación de los niños con propósitos de apresurar su salida del campo. Esto es consecuencia, al menos en alguna medida, de los procesos continuos de “normalización externa” de las soluciones para la pobreza rural. Se pregunta si los comunarios siguen la agenda de servicios públicos y de desarrollo porque mejoran sus condiciones de vida o porque en realidad les gusta la vida ‘moderna’ a pesar que la misma puede afectar sus prácticas agrícolas.
El estudio recomienda la importancia de escapar de enfoques casi universales, de soluciones estandarizadas y, en su lugar, apoyar a crear condiciones “bajo las cuales se puede alimentar y sostener experimentos genuinos para discernir las soluciones locales más apropiadas para problemas locales”.
La Fundación TIERRA publicará este trabajo en Bolivia para fomentar una reflexión renovada sobre las políticas de desarrollo agropecuario y rural. Para mayor información pueden contactarse a