Una combinación entre el control de gran cantidad de tierra y capital parece ser la fórmula para el surgimiento de un campesinado exitoso en algunos lugares del país. A estas características se suma la especialización productiva en un cultivo o lo que se conoce como monocultivo. Esta realidad es parte de los cambios que se han dado en el campo en los últimos años.
Los casos emblemáticos de monocultivo son la soya en los llanos cruceños, la quinua en la zona intersalar y la coca particularmente en los yungas. La producción de estos cultivos tiende a incrementarse en la medida que ocupan mayores extensiones de tierra. De manera general, este hecho se traduce en el reemplazo de otros cultivos y en un cambio importante del uso del suelo.
La especialización productiva significa que la tierra y el trabajo se destinan hacia la producción para la exportación. Así los campesinos dejan de producir de forma gradual una gran variedad de alimentos tradicionales, lo que a su vez repercute sobre la seguridad alimentaria nacional.
Sin embargo, éste no es un proceso equitativo entre todas las familias campesinas, porque a la par se desarrollan procesos de “diferenciación social” al interior del campesinado, que se traduce en la ampliación de la brecha de desigualdad: unos ganan y otros pierden.
Este es otro de los textos que contiene el Almanaque Agrario 2015 elaborado por Fundación TIERRA con información sobre los procesos agrícolas mensuales y el índice de Vulnerabilidad a la Inseguridad Alimentaria de los 339 municipios del país entre otros y que está disponible en nuestras oficinas:
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