Hasta mediados de agosto la Autoridad de Bosques y Tierras (ABT) reportó 48.517 focos de calor en el país, es decir 37.277 incendios más que en 2015, año en el que se registró 11.240. Esto representa un incremento del 332 por ciento, o que la cantidad de incendios se cuadruplicó en 2016. De la información que aportan los comunarios del territorio indígena de Lomerío en Santa Cruz, se puede inferir que los incendios en ese lugar son consecuencia de la intensa sequía y de la expansión de la frontera agrícola en el oriente boliviano.
El 3 de agosto se celebra en muchas comunidades de Santa Cruz el día de la reforma agraria. En esa fecha llegamos a la comunidad de San Lorenzo, en el municipio y territorio indígena de Lomerío, el humo envolvía las casas y calles de la comunidad. Para donde uno miraba se veía humo, se respiraba humo, los ojos lloraban, por todas partes estaban las huellas del fuego. Caminamos por la calle de tierra hasta llegar a la casa de don Emar Mazay, que nos recibió con una sonrisa, amabilidad y buen ánimo en contraste con el humeante paisaje.
Mazay, Cacique de economía y producción de la Tierra Comunitaria de Origen (TCO) de Lomerío, comentó que la sequía de la temporada invernal (mayo – julio) había afectado todo: “las plantaciones agrícolas, los pastos, el bosque, hasta los pequeños manantiales, atajados y lagunas se han secado. Todo está tan seco que cualquier chispa genera un incendio”.
Fueron más de 12 días continuos de incendios que se expandieron desde el Norte de la TCO y cruzó el territorio quemando todo lo que encontró a su paso. Mazay señaló que han podido detectar más de 400 focos de calor (solamente en la TCO de Lomerío), el punto más alto fue el 29 de julio con 180 incendios.
Le pedimos al Cacique cuantificar económicamente las pérdidas y respondió: “no podemos cuantificar o monetizarlas, sin embargo, sabemos cuánto nos afecta”.
“En términos de hectáreas, el 70 por ciento de la TCO se ha incendiado, eso suma 150.000 hectáreas. El 90 por ciento de los pastos, naturales y cultivados, se quemaron, el ganado no tiene qué comer, en las pequeñas quebradas o atajados que todavía tienen agua, las cenizas cubren el líquido. Es agua con mucha legía que esta ocasionando daño en los animales y en la gente. El incendio del bosque significa animales silvestres que se queman, que mueren por fuego o asfixia y los que han logrado sobrevivir ahora no tienen alimento qué comer ni agua que beber. La quema del bosque es quema de madera, de vida de dinero; ha sido la destrucción de la actividad apícola, las colmenas se quemaron, hay una gran pérdida de abejas, de miel, y las que han logrado salvarse no sabemos cómo pueden sobrevivir cuando todo está quemado. La gente ha podido salvar sus animales y sus casas, pero les preocupa el futuro inmediato”.
Cuatro veces más que en 2015
Lo que está pasando con la sequía y los incendios forestales es particularmente preocupante, según el reporte de monitoreo de focos de calor de la ABT, entre el 11 de agosto de 2015 y el 12 de agosto de 2016, se registraron 48.517 incendios, es decir, cuatro veces más que en 2015, año en que se cuantificó 11.240. Esto significa un incremento de 332 por ciento. Los departamentos de Santa Cruz y Beni registraron mayor cantidad de focos de calor con el 55 y el 38 por ciento del total, respectivamente.
De la información que aportan los comunarios del lugar se puede inferir que el incremento de los incendios forestales se debe a varios factores que se interrelacionan como la sequía, considerada la más aguda en los últimos 20 años, por un lado y por otro la ampliación de la frontera agrícola y ganadera; los programas de asentamientos humanos y la conversión de uso de suelo, de forestal a agrícola y/o ganadero
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