Editorial
La coexistencia entre las TCO y las comunidades interculturales
Gonzalo Colque Fernández
Director – Fundación TIERRA
La Bolivia rural de los siguientes años será muy difícil de imaginar sin considerar en la ecuación a las Tierras Comunitarias de Origen (TCO), ahora llamadas Territorios Indígena Originario Campesinos (TIOC). Desde 1996, y tras la promulgación de la Ley INRA, los pueblos indígenas han ido consolidando sus territorios como propiedades colectivas. La CIDOB, sin lugar a dudas, es la organización indígena pionera en este proceso y jugó un rol clave en las tierras bajas. En las tierras altas (altiplano y valles interandinos) las TCO fueron adoptadas lenta y progresivamente. Con apoyo del Conamaq y sus federaciones y organizaciones de base. Los últimos datos señalan que de 190 TCO tituladas, 55 están en tierras bajas (12 millones de hectáreas); y 135 se encuentran en tierras altas (9 millones de hectáreas), principalmente en Potosí y Oruro.
Las TCO están llamando la atención por varias razones. Una de ellas es el surgimiento de tensiones y conflictos entre los pueblos indígenas y las comunidades contiguas conformadas por migrantes antiguos y nuevos que también son indígenas pero originarios de las tierras altas. Sucede que el proceso de saneamiento reconoció las TCO a favor de los indígenas de las tierras bajas y al hacerlo, protegió su hábitat y demarcó territorios indígenas de las comunidades interculturales, pero también motivó roces y tensiones. A continuación veremos tres casos: las TCO TIPNIS, Takana 1 y Mosetén, como ejemplos que podrían ayudar a entender la conflictividad.
Opinión
> Un intenso trabajo de campo por tierras bajas
TCO TIPNIS
Esta TCO, de más un millón de hectáreas de superficie, está ubicada entre Beni y Cochabamba; en la parte sur limita con los campesinos del Chapare. Por un lado, habitan los indígenas yuracaré, tsimán y mojeño y, por otro, productores de la hoja de coca. Las comunidades cocaleras están densamente pobladas y su progresiva expansión hacia el TIPNIS ha obligado al INRA a reconocer la zona colonizada dentro del área protegida. La línea de demarcación de ambos sectores lleva el nombre de “línea roja” y ha sido transgredida en varias ocasiones por migrantes que pretendieron instalarse dentro de la TCO.
La presión por la expansión campesina tiene estrecha relación con la rentabilidad en la producción de la coca y las significativas oportunidades económicas que surgen de esta actividad.
Otro factor de conflicto reside en el anuncio de la construcción de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos, vía que atravesará el territorio indígena y que, por ello, facilitará la presencia de nuevos asentamientos de colonoso. Estas incursiones serán ilegales y difíciles de controlar para el gobierno.
TCO Mosetén
Ubicada al norte de La Paz, es un territorio discontinuo conformado por dos grandes bloques y cuatro pequeños. En medio están las comunidades interculturales circundantes a Palos Blancos.
La titulación de la TCO, si bien está coadyuvando a la resolución de conflictos, parece haber generado en ciertos sectores de las comunidades interculturales la percepción de que los mosetenes son los nuevos latifundistas. Esta impresión en alguna medida fue esgrimida para justificar incursiones y explotaciones forestales ilegales en la zona. También existen tierras fiscales y concesiones forestales, de modo que la tala de árboles deriva en una difícil convivencia.
La discusión por cuán sostenible es la explotación de la madera y el uso de la tierra está derivando en la búsqueda de diferenciaciones en las visiones de desarrollo. Los indígenas están llevando adelante esfuerzos por explicar que sus sistemas de tenencia, uso y aprovechamiento del territorio son distintos a un modelo de explotación agrícola intensiva, más propio de las comunidades interculturales.
TCO Takana I
Este territorio, situado también en el norte de La Paz y conformado por bloques discontinuos, está consolidado a favor del pueblo takana. La demanda original de la TCO ha sido recortada significativamente durante el proceso de saneamiento a favor de “terceros”, debido al crecimiento de las comunidades interculturales, la formación de nuevas comunidades y las concesiones forestales.
La región tiene similares tensiones y conflictos que la TCO Moseté n. El tráfico de tierras y madera ponen en riesgo el derecho territorial de los pueblos indígenas.
La venta ilegal o el “pirateo” de madera es una actividad que invalida los planes de manejo de recursos naturales y sobrepasa el control social de las organizaciones indígenas y campesinas. Aunque se trata de una actividad furtiva socialmente censurada, es también practicada por ambos sectores (indígenas y campesinos colonizadores) debido a las mayores oportunidades económicas que ésta genera. Algunos movimientos y voces reclaman la legalización de sus operaciones o la modificación de la Ley Forestal que, según colonizadores e indígenas, estaría favoreciendo a la explotación maderera de los grandes empresarios concesionarios.
Las tareas futuras
Para más adelante, y para prevenir la aparición de más conflictos, anotamos algunas ideas preliminares:
-Es necesario identificar un conjunto de políticas y normas complementarias a la Ley INRA para otorgar garantías reales sobre el manejo sostenible de los recursos naturales renovables de las TCO.
-Estudiar como parte del diseño de los planes de desarrollo rural, forestal y agropecuario; factores clave como los efectos de la siembra de la coca en la conflictividad y la problemática del tráfico de tierra, madera y recursos del bosque.
-Compatibilizar en la práctica los derechos de dominio originario de la tierra del Estado Plurinacional con los derechos territoriales reconocidos a los pueblos indígenas con la titulación de las TCO. Hasta qué punto los titulares de las TCO tienen autonomía para decidir qué uso dar a la tierra, cómo explotar los recursos naturales y cómo distribuir los beneficios.
-Consolidar una agenda común con discusiones que involucren a estos dos actores parece urgente y está siendo reclamada por ellos mismos