Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)presenta datos con los que abre el debate sobre el impacto de los cambios medioambientales en relación a la producción de energía hidráulica en Bolivia. Una cosa queda clara, la demanda de electricidad en el país se incrementará significativamente en los próximos años.

 

A lrededor del mundo exis-te una creciente preocu-pación sobre los efectos del cambio climático en el sector energético, particularmente en lo referido a la generación de hidroenergía.

 

La base sobre la que se parte para realizar este análisis es que los cambios que vienen ocurriendo con el medioambiente afectarán el ciclo de lluvias, consecuentemente el caudal y el comportamiento de los ríos de los cuales se abastecen las centrales hidroeléctricas.

 

Con el presente dossier, ENERGÍABolivia explora en base a la información más reciente disponible, los probables escenarios futuros que aguardan al país.

 

CAMBIO CLIMÁTICO Y CRECIMIENTO DE LA OFERTA DE HIDROENERGÍA

 

El informe La Economía del Cambio Climático en Bolivia, Impactos en Hidroenergía (2014), realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo, da cuenta de los efectos que se espera que tenga la disminución de precipitaciones pluviales en el caudal de los ríos y esto a su vez en la generación de electricidad.

 

Para calcular científicamente las proyecciones se recurrió al uso de la herramienta Modelo de Equilibrio General Computable, tomando como insumos los datos de consumo de energía eléctrica en GWh del Balance Energético Nacional. La demanda de los sectores residencial, industrial, comercial, minero y otros, se proyecta partiendo del supuesto de que en este mercado la oferta va a ser siempre igual a la demanda y que tanto la generación térmica como la hidráulica participan a medias, tal como era la situación en 1999. Se considera que la variación futura estará entre los rangos A2 y B2, que son escenarios más y menos favorables respectivamente.

 

Como resultado de este estudio se estima que la producción de hidroenergía caerá entre un 18,72%, correspondiente al escenario A2, y un 20,41% correspondiente al escenario B2.

 

De esta información se infiere que el país tendrá que ampliar el parque hidroeléctrico para compensar la pérdida estimada en el rendimiento de las actuales centrales debido al cambio climático.

 

En proyecto está la inversión en centrales hidroeléctricas en la parte de los llanos de Bolivia. Entre otros, están en carpeta Cachuela Esperanza y El Bala, cada uno con una capacidad instalada de 1.000 MW, y Rositas con 400 MW.

 

Al respecto, Jerjes Mercado, ex gerente general de la generadora Guaracachi y analista del sector, indica que “una hidroeléctrica se proyecta para una vida útil de cuarenta años, es decir, que los datos que presenta el Informe no son tan negativos”, apuntando a que si en el periodo de los próximos cien años la productividad de las centrales hidroeléctricas existentes decayera en el orden del 20%, esa cifra resulta aceptable.

 

A la vez, señala que “en 2015 tenemos un caudal de lluvias superior al del año pasado y al que estaba previsto. No deja de preocupar la situación de las hidroeléctricas de pasada. Los glaciales están en un franco proceso de deshielo”, este es el caso de las instalaciones en Zongo. Afirma que “en el corto plazo no existe un riesgo mayor, pero siempre hay que estar buscando ampliar y mejorar la capacidad instalada”.

 

Alcides Vadillo, director regional de la Fundación Tierra, indica que al presente no existen estudios a profundidad sobre variaciones en el comportamiento de las cuencas hídricas en el país, siendo esta una carencia que debe procurar subsanarse a la brevedad. “Sin embargo, existe un estudio reciente de la Fundación Amigos de la Naturaleza sobre las precipitaciones pluviales que señala, entre sus hallazgos más importantes, que en las dos últimas décadas no ha variado la cantidad que agua que se precipita en el país. Lo que sí ha cambiado son los tiempos y la intensidad: llueve con menor frecuencia pero cuando lo hace es con un caudal mayor”, precisa.

 

De esto se desprende que la generación de hidroenergía también se podrá ver afectada a futuro en mayor grado por la estacionalidad y por el arrastre de residuos sedimentarios en los cauces de los ríos.

 

 

A los desafíos medioambientales para la hidroenergía también se suman los impactos generados por las represas sobre la vida en los ríos y la inundación del hábitat de la fauna silvestre. Este aspecto cobra particular relevancia en el oriente boliviano, donde por la escasa pendiente existe la tendencia a que se dé un efecto remanso que magnifique las riadas estacionales.

 

LA OFERTA DE ELECTRICIDAD

 

La oferta o generación de energía eléctrica en Bolivia para el SIN hacia diciembre de 2013 está sintetizada en el Cuadro 1. Tal como se puede observar, al presente la generación térmica, es decir a partir de combustibles fósiles, es la que tiene lugar mayormente. Existen algunas experiencias piloto en base a fuentes renovables, tales como el parque fotovoltaico de Cobija o las experiencias eó- licas en La Ventolera y Qollpana, además del bagazo de caña. Prácticamente la totalidad de los sistemas aislados también parten de la generación térmica.

 

Al cierre de 2003, en el SIN de Bolivia se produjeron 980,6 MW, de los cuales 552,5 (56,3%) correspondieron a generación térmica. Una década después, al final de 2013, la producción con base en combustibles fósiles ascendió hasta ocupar el 66,6%. En la actualidad el Gobierno boliviano está ejecutando el Plan Óptimo de Expansión del SIN 2012 – 2022 y el Plan Eléctrico del Estado Plurinacional de Bolivia 2015, este último relacionado con la Agenda Patriótica 2025. El objetivo de ambos es lograr revertir la tendencia de crecimiento de la producción térmica reemplazándola principalmente por la hidroeléctrica y a la vez apuntar a la exportación de electricidad.

 

LA DEMANDA DE ELECTRICIDAD

 

La demanda del SIN se origina básicamente en dos grandes grupos. Por un lado están los consumidores regulados, en su mayoría residenciales, que son atendidos por las empresas de distribución. Por otro lado están los grandes consumidores o no regulados que dada su envergadura asumen el rol de agentes dentro del Mercado Eléctrico Mayorista o MEM como también se le denomina.

 

Anteriormente ya se indicaron cuáles son al presente las empresas que se hacen cargo de la distribución. A las mismas se les suman los consumidores no regulados que hoy en día son: Minera San Cristóbal, COBOCE, Empresa Metalúrgica Vinto y EMIRSA. Los sistemas aislados son dise- ñados y dimensionados en función a la demanda a la que están destinados a atender. Al tratarse principalmente de conglomerados urbanos alejados su índice de crecimiento es relativamente bajo y estable.

 

El crecimiento de la demanda proyectado hacia 2025 se indica en el Cuadro 2. Paralelamente, mediante la puesta en marcha de los planes que actualmente se están ejecutando, el CNDC indica que hacia el primer cuarto del Siglo 21 la matriz de generación de electricidad habrá mudado en su composición, pasando a estar conformada de la siguiente manera: hidroenergía 70%, térmica 26% y renovables 4%.

 

La demanda proyectada por sectores hacia el año 2100 está expuesta en el Cuadro 3. Las líneas curvas señalan un incremento exponencial sensible. Cabe precisar que los datos que se muestran se refieren al consumo interno y no contemplan futuras exportaciones.

 

ESTRUCTURA DEL SECTOR ELÉCTRICO EN BOLIVIA

 

En general, la industria de la electricidad se compone de tres etapas interrelacionadas y coordinadas hasta llegar al consumidor final: generación, transporte y distribución.

En Bolivia existen dos tipos de sistemas a través de los que tiene lugar la producción y abastecimiento de energía eléctrica a la población: por un lado está el Sistema Interconectado Nacional (SIN) y por otros diversos sistemas aislados que resuelven la cuestión en los conglomerados alejados no atendidos por el primero.

 

De acuerdo a la información del Comité Nacional de Despacho de Carga (CNDC), la instancia estatal técnica que supervisa el sector, las empresas que están a cargo de la generación son: COBEE, EGSA, Corani, Valle Hermoso, CEC Bulo Bulo, ERESA, Hidrobol, Synergia, SDB, Guabirá Energía, ENDE Andina, ENDE Generación. En el transporte está presentes: TDE, ISA Bolivia, TESA y ENDE. En cuanto a la distribución participan: CRE, Delapaz, ELFEC, ELFEO, CESSA, CEPSA, ENDE y SETAR. El SIN llega en la actualidad a ocho de los nueve departamentos, aunque con presencia territorial limitada en Tarija, Beni y Santa Cruz. En estos departamentos, junto con Pando, existe una importante cantidad de sistemas aislados con los que se da solución al abastecimiento de electricidad.

 

 

El Sistema Troncal de Interconexión (STI) es la parte del SIN por el que se da la transmisión de energía. Consiste en líneas de alta tensión en 230, 115 y 69 kilovatios, con las correspondientes subestaciones.

 

En los sistemas aislados las empresas a cargo suelen estar integradas verticalmente. Es decir, se hacen cargo simultáneamente de la generación el transporte y la distribución; algo que no sucede en el SIN.

 

El CNDC es una unidad técnica altamente especializada, responsable de realizar la operación del SIN. Coordina de forma integral las operaciones para el despacho de carga eléctrica en tiempo real y lleva el registro de los datos históricos del sector. El ministerio de Hidrocarburos y Energía es la máxima instancia de decisión política. Cuenta con el viceministerio de Electricidad y Energías Alternativas. El ente de fiscalización y control social es la Autoridad de Electricidad.

 

El marco legal del sector está dado por la Ley de Electricidad del 21 de diciembre de 1994, sus reglamentos y las normas operativas, están elaboradas por el CNDC.

 

 

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