Al modificarse el mundo rural boliviano en los últimos años, los territorios indígenas también comenzaron a sentir presiones por parte de inversores interesados en expandir la agricultura comercial y la mercantilización de los recursos naturales. En la última década el área rural del oriente boliviano vivió una transformación que llegó de la mano del capital transnacional sobre la agroindustria y afectó a los pequeños, medianos y grandes propietarios de tierras en esa región. Pero la presencia de los intereses económicos también significó y significa aún una presión más fuerte sobre los territorios indígenas de tierras bajas, afirma el especialista en temas rurales Alcides Vadillo.
"Los territorios indígenas son parte de esa nueva ruralidad, de la lucha por esas tierras de frontera (agrícola) y en este momento son objeto de presión y amenazas", afirma Vadillo.
Hablar de los territorios indígenas no es poca cosa debido a que suman aproximadamente 13 millones de hectáreas en el departamento de Santa Cruz según los datos del especialista. Superficie similar a la que el empresariado de la agroindustria se fijó como meta de ampliación de la frontera agrícola hasta el año 2025.
Cómo presiona el capital a los territorios indígenas. Vadillo explica que años atrás la tierra era el elemento central para la producción agrícola, pero "...en este momento creo que el principal elemento de producción es el capital. Es el capital el que define qué se siembra, qué se produce, cómo se produce, para quién se produce", según señala el analista.
Como la tierra no es el factor central para la producción, aunque sí es necesaria, el capital no la compra, sólo la alquila. "...se están generando sistemas de producción de riesgo compartido con grandes, con pequeños y con medianos productores propietarios de la tierra que han pasado de ser productores a ser simples arrendatarios de tierras, recibiendo una alícuota de la producción que oscila entre 20 y 25 por ciento de lo que se produce por temporada", afirma el especialista.
Este modelo se vuelca sobre los territorios indígenas. El capital ofrece a los indígenas desmontar, sembrar, cosechar a cambio de un porcentaje: "...a ustedes les llegará el porcentaje que corresponda por dejar que nosotros trabajemos las tierras de ustedes. Esta es una amenaza del capital sobre los territorios indígenas", indica Vadillo.
Pero la mercantilización de la tierra no es la única amenaza sobre los indígenas. La ocupación y el despojo físico por nuevos colonizadores carentes de tierras es una constante en los territorios de tierras bajas. Vadillo explica que es "más fácil (para los colonizadores ocupar) la tierra de los indígenas que la de un terrateniente. Ahí se están asentando, están ocupando y están despojando muchos de estos territorios. No hay un solo territorio indígena desde el norte de La Paz hasta Yacuiba que no presente estos conflictos de asentamientos ilegales", finaliza el especialista.