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La Paz, Bolivia,julio 2011
Año 2 Nº6
Periódico mensual para el área rural
EDICIÓN ESPECIAL

Entrevistas
“El gobierno habla de los derechos indígenas, pero nos está atropellando ”

El presidente de la Subcentral del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), Adolfo Moye tiene un ritmo de voz pausado, la sonrisa fácil y el gesto amable, como la mayoría de sus paisanos mojeños.

Sin embargo, cuando habla de sus obligaciones como representante de la organización social del TIPNIS sus ademanes se vuelven firmes y serios. “Nuestra lucha es por defender nuestros derechos y nuestro territorio, que es la Loma Santa donde queremos vivir. Este territorio no nos lo han regalado por cariño. Fue una búsqueda de muchos años de nuestros abuelos para convivir en paz con Dios y la naturaleza”.

¿Cómo evalúa la situación del TIPNIS; como territorio y como entidad política?

Se ve a la región como algo positivo pero, como siempre, estamos tratando de ubicar a algunos compañeros políticamente, sobre todo porque ahora el Gobierno ha jalado a muchos líderes dejando un poco debilitadas a las organizaciones matrices. Territorialmente estamos bien, todavía permanecemos firmes y convincentes. No hay injerencia política y tampoco se busca defender intereses que no son de la región. Ahora hay que trabajar con la actualización de las normas, para que las leyes  reflejen la experiencia de trabajo que tenemos hasta ahora. Además, no hay que olvidar la lucha, porque los logros en el TIPNIS no se han conseguido en algunos días.

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Le ha tocado una de las gestiones más intensas. Usted ha recibido toda la experiencia de la lucha por el territorio, ha recibido el título propietario de la TCO, pero también tiene que enfrentar los conflictos por el proyecto carretero y los avasallamientos. ¿Cómo vive esta experiencia?

Sí. Entre 2000 y 2004 la lucha por el territorio no fue muy activa. La organización [Subcentral TIPNIS] se ha centrado en otras actividades, eso se sabe por los informes de las anteriores gestiones, aunque no hay documentos que respalden lo trabajado. Antes  yo era representante del Comité de Vigilancia, hasta 2006, y me di cuenta que había posibilidades de financiamiento para nosotros. Incluso  escuchaba decir que Moxos y el TIPNIS ya deberían ser como Miami por todo lo que se invertía porque las financieras, empresas y otras tenían sus ojos puestos en el TIPNIS. Pero después de tanto tiempo vemos que aún hay pobreza. Después me nombraron corregidor [de la comunidad Santísima Trinidad] y después de seis meses presidente de la Subcentral TIPNIS. Durante mi gestión comprobé que no había información sobre el proceso de saneamiento del territorio; cada año presupuestaban para hacer trabajo de campo, pero la plata se gastaba y no había resultados. Era un reto grande para mí terminar el saneamiento; teníamos los avasallamientos [en el sur de la TCO] y tuvimos que salir en comisión para hacer nuestros primeros desalojos. Así les demostramos a los colonos, con los documentos y decretos supremos, el derecho al territorio de los indígenas. Durante un año sostuvimos varias reuniones con ellos y con los comunarios para incentivarlos en la lucha y continuamos con los desalojos; aunque no eran satisfactorios seguíamos avanzando. El 2008 empezamos los primeros acuerdos e ingresamos al área de saneamiento, tuvimos que acudir al apoyo de la Prefectura de Cochabamba, por la obstaculización de los colonos y finalmente logramos conciliar nuestras visiones.

¿Enfrentó otros desafíos?

El 2009 tuvimos otros conflictos. El Consejo Indígena del Sur, el Conisur, impulsado por Marcial Fabricano, movilizó a los colonizadores para evitar el saneamiento, pero nos pusimos fuertes. Fabricano impulsó la creación de esta otra organización (…) Pudimos superar los problemas y seguimos adelante con el saneamiento de la “línea roja” [el trazo imaginario que divide la TCO de la zona colonizada] y terminamos el trabajo a finales de ese año. Algunos colonos apoyaron el proceso y las formas de lucha con los indígenas porque antes nunca nos pudimos reunir todos, hasta nos felicitaron, pero otros colonos se quedaron frustrados porque no llegaron a tener el territorio que les prometió Marcial. El 2009 el gobierno nos entregó el título de propiedad del TIPNIS, en Trinidad. Pero igual tuvimos problemas. El sindicato 16 de Octubre, que había avasallado la zona a inicios de año, se organizó con la Federación del Trópico de Cochabamba. Nosotros fuimos en agosto y vimos que había asentamientos de colonos y convocamos a nuestra gente para iniciar el desalojo; hicimos el llamado al gobierno y denunciamos la producción de coca en nuestro territorio, pero no  hubo ninguna respuesta, sólo compromisos. El 26 de septiembre hubo un avasallamiento, y a pesar de las agresiones ese día resistimos y los  colonos tuvieron que replegarse a su sede esa misma noche; como había militares en la zona, por el tema de erradicación de coca, éstos informaron a las autoridades sobre el enfrentamiento. Al día siguiente tuvimos una reunión con el Viceministro de Tierras [en ese entonces, Alejandro Almaraz] y se determinó hacer una inspección y luego terminamos el trabajo de desalojo con el viceministro Almaraz, quemando las casas y los sembradíos de los colonos y para el 28 de septiembre regresamos a la comunidad de San Felipe y agradecimos con una misa y nos regocijamos con una fiesta a nuestro patrono; por nuestra lucha, por nuestro derecho.

¿Ustedes han reclamado por la construcción de la carretera que atravesaría el TIPNIS; por qué observan esta obra?

Los colonos querían condicionar el saneamiento de nuestro territorio, decían que si se iniciaba la construcción de la carretera nos dejarían terminar el proceso, pero nosotros les dijimos que nuestro territorio no está en liquidación ni en oferta. Si construyen la carretera van a deteriorar el territorio, la fuente de alimento para las comunidades y el medio ambiente. Las comunidades se irían de sus lugares y buscarían otro lugar para vivir. Con la carretera se invadiría el espacio de vida de los pueblos, en especial de los tsimanes. No hay otro espacio para que se cobijen las comunidades de yuracarés, tsimanes ni mojeño trinitarias. Van a tener que emigrar a las capitales y se convertirían en indigentes. Para mí eso es genocidio. El gobierno no puede hablar de derechos indígenas si no está atropellando.

¿A pesar de todo, usted ve algún aspecto positivo en el proyecto carretero?

Soy de las personas que piensa que siempre hay alguna solución para todo. Hay que buscar alternativas de solución al conflicto; sé que todo cambio trae sus efectos, hay que afectar lo menos posible. Si se quiere impulsar el desarrollo hay que buscar el bien del pueblo.

¿Cuál es la solución, quizás modificar el trazo del proyecto?

Yo creo que diseñar otro trazo podría ser la solución o tal vez pensar en el tipo de camino que piensan diseñar, pero no me atrevo a decir una posición ya definida. Se necesita  un estudio y  análisis del tema; pero sobre todo velando sobre por las comunidades y pensando que nuestra existencia perdure a largo plazo.

¿Si se construye la carretera ustedes no ven futuro para ustedes?

Como están pensando construirla no se puede pensar en que los pueblos indígenas perduren en el tiempo; el proyecto sólo provocará la exclusión de los pueblos y a corto plazo.

¿El gobierno realizó un proceso de consulta para presentar el proyecto?

Nunca, tal vez habrán hecho conversaciones con algunos dirigentes, pero nunca se hizo consulta a los comunarios, ni a mi persona.