Aunque según algunos datos las mujeres rurales han mejorado su acceso legal y efectivo a más tierras agrícolas, con frecuencia este tipo de cambios ocurren en contextos adversos para la pequeña propiedad de base campesina e indígena.
Bajo estas circunstancias, las mujeres no alcanzan necesariamente mayor empoderamiento, autonomía económica o mejores condiciones materiales para la seguridad alimentaria de sus hogares. En esta situación adversa, las mujeres campesinas e indígenas cada vez tienen que cumplir múltiples responsabilidades, además del rol reproductivo impuesto por el sistema patriarcal que considera a las mujeres como madres cuidadoras de los hijos, encargadas de trabajos domésticos y responsables de la alimentación y nutrición familiar.