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Programa de biocombustibles en Bolivia: Un costoso proyecto que va al fracaso

El ambicioso programa de biocombustibles de Bolivia, iniciado con gran expectativa en 2017 y con costosas inversiones, camina rumbo al fracaso. Esta es una de las conclusiones a las que arriba el estudio: “Biocombustibles: falsas soluciones y riesgos para la seguridad alimentaria”, investigación que fue presentada este jueves por el equipo de investigación de la Fundación TIERRA.

Durante la presentación, los investigadores de TIERRA, Efraín Tinta, Irene Mamani y Gonzalo Colque explicaron el estado de situación de los combustibles en Bolivia; cómo surgió el plan gubernamental de biocombustibles, su estructura y avances, y los escenarios a futuro respecto a esta temática y las recomendaciones, respectivamente.

Aquí partimos de un problema. ¿Por qué estamos como estamos en tema de combustibles? Esto parte de tres hitos, el primero referido a las subvenciones e importaciones de las últimas dos décadas, el aumento del consumo de los carburantes y la reducción de la producción nacional (...).  Para eso se ha apuntado a la sustitución de las importaciones del diésel y la gasolina, y aquí estamos hablando de biodiésel y etanol y sus impactos en la soberanía alimentaria”, explicó Tinta.

Por su lado, Irene Mamani detalló los proyectos de producción de bioetanol y biodiesel que son las dos líneas de acción con las que trabaja el programa de biocombustibles en Bolivia y con los que se busca atender los problemas de abastecimiento de diésel y de gasolina. La investigadora precisó que cada uno de ellos tiene sus propias características en cuanto a la tecnología, presupuestos, uso de materia prima, actores involucrados, entre otros. Considerando que el diésel es el combustible más importado, resaltó que sin duda ocupa mayor atención y esfuerzo estatal para su ejecución.

En el caso del biodiesel, los planes y programas están sumamente rezagados. Un caso específico es la palma aceitera, que hasta 2024 darían los primeros frutos, pero este año estamos lejos de cosechar nada (...). En el caso de bioetanol, en cinco años de producción, la cantidad de importación de gasolina no se acortó. La idea central era suplir la importación con la producción nacional, pero eso no ocurrió”, sostuvo Mamani.

Con respecto al programa de biodiésel, piedra angular de la iniciativa, el informe señala que se enfrenta obstáculos significativos. El gobierno de Luis Arce apostó por la producción de palma aceitera, ignorando las lecciones aprendidas en otros países sobre los impactos ambientales y sociales negativos de este cultivo. Además, los agricultores del norte de La Paz, escaldados por anteriores proyectos estatales fallidos, se resisten a convertirse en palmicultores, poniendo en jaque los ambiciosos planes gubernamentales.

Por otro lado, el programa de bioetanol ha tenido un desarrollo con avances que no eran los esperados, pese a que ya había capacidades instaladas en el sector privado. El sector cañero, principal impulsor de esta iniciativa, denuncia sistemáticamente el incumplimiento de los acuerdos por parte del Estado. Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) no solo compró menos volumen del acordado, sino que también pagó precios inferiores a los prometidos”, aseveró Mamani.    

El documento presentado analiza en extenso la denominada "era de los biocombustibles", inaugurada con la Ley 1098 de aditivos de origen vegetal y concluye que, tras siete años de implementación, los resultados son desalentadores y plantean serias dudas sobre la viabilidad y eficacia de esta estrategia energética.

Proyecciones en tres escenarios

Las necesidades de importación son de 57.000 barriles al día. Son como 360 cisternas, diariamente para abastecer el mercado nacional. Y esto no es gratis.  Cada día se necesitan ocho millones de dólares. A fin de año probablemente tengamos 3 millones de dólares por gas natural mensualmente, pero nuestra necesidad es de 8 millones. Entonces esto es insostenible (…). Esto no es una especulación, no es una acusación, son datos y esta tendencia es irreversible”, explicó el coordinador de la investigación, Gonzalo Colque.

Según la investigación, hasta 2030 la situación va a ser más complicada y se identifica los años 2027 y 2028 como punto de agotamiento, es decir, que serán los años en que se va a producir cero de diésel nacional y la dependencia de importaciones va a llegar al 100%.  Colque aseguró que la baja capacidad de producción de diésel es el principal problema y las señales de recuperación a corto plazo no existen.

Colque precisó que el documento proyecta tres escenarios: optimista, intermedio y pesimista. En el escenario optimista, si el plan de producción que está en los planes gubernamentales se cumple a rajatabla, la dependencia va a aumentar del 86% en 2023, al 91% de importación de diésel para el año 2030.  En el escenario intermedio llega a 97% y en el escenario pesimista llega al 99% en el mismo periodo.

Produzcamos los biocombustibles en el mejor escenario o en el peor escenario, la diferencia es muy poca. Por eso decimos y concluimos que es una solución falsa, no es una acusación política, sino que es una revisión de las proyecciones. En el mejor o peor de los casos, la producción del biodiésel, por la magnitud del declive en la producción de diésel, es muy grande y eso no se resuelve con biocombustibles”, afirmó Gonzalo Colque, durante la presentación del documento.

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