Basta ver la escalada de los precios de los granos para constatar la importancia que tienen Rusia y Ucrania en el mercado global. El trigo ha subido un 70% este año, superando 550 dólares por tonelada en el mercado referencial de Chicago. El maíz subió un 30% este año, alcanzando los picos históricos registrados el 2013. Finalmente, la soya está batiendo récords con cotizaciones que superan los 630 dólares por tonelada. El mercado mundial de cereales y aceites vegetales se desestabiliza.
Rusia y Ucrania: potencias graneras
Ucrania es un gran productor de trigo. Para el periodo 2021/22, el USDA estimó que produciría 33 millones de toneladas de trigo, de las cuales 24 millones estarían destinadas para la exportación. Ucrania es uno de los cinco países con mayor producción y exportación de trigo. Su participación en el mercado mundial ronda el 12%.
Ucrania ocupa el cuarto lugar entre los países exportadores de maíz. Las previsiones más recientes estaban cifradas en 42 millones de toneladas de maíz, con la expectativa de exportar 33,5 millones de toneladas. Esto representa el 17% de las exportaciones mundiales.
También es un gran productor de girasol. Según los datos del USDA, estaba previsto que las últimas cosechas alcancen 17,5 millones de toneladas, lo que representa el 30% de la producción mundial. El mercado del aceite de girasol, y de aceites vegetales en general, estará fuertemente golpeado si el conflicto bélico persiste.
Por su lado, Rusia es un gigante triguero y el principal proveedor de este cereal al mercado mundial. La producción anual promedio gira en torno a 85 millones de toneladas y exporta como 35 millones de toneladas. Para el periodo 2021/22 se preveía una producción de 75,5 millones de toneladas, algo menor a las cifras de los años anteriores. Rusia suministra cerca del 17% de trigo al mercado mundial, ocupando así el primer lugar.
Rusia es el segundo mayor productor de girasol y derivados, representando el 27% de la producción mundial. Es un exportador de importancia de aceite de girasol y harina de girasol.
Flujos comerciales
Bolivia no es un importador directo de los granos rusos y ucranianos, pero es altamente dependiente del trigo argentino. Los países previsores están moviéndose tempranamente para garantizar el suministro adecuado de alimentos para su población. China ya ordenó a sus agencias importadoras a aumentar sus inventarios de granos. El 2021, el gigante asiático importó el 30% del maíz de Ucrania y, ahora, tendrá que recurrir a otros países productores para mantener sus niveles de suministro. China también se aseguró la importación de trigo ruso al anular las restricciones fitosanitarias que estaban vigentes hasta hace poco y al no sumarse a las sanciones occidentales contra Rusia.
El mercado de aceites vegetales también sufrirá cambios con la reducción de la oferta global de girasol. La caída de girasol podría tener efectos multiplicadores teniendo en cuenta que el mercado del aceite de palma está con problemas desde el año anterior. En estas circunstancias, es previsible una mayor demanda global de aceite de soya, lo que provocará una nueva escalada del precio de los granos de soya.
Seguridad alimentaria nacional
Como es de esperar, los primeros problemas se presentarán en el mercado del trigo y harina. Siete de cada diez panes que se come en Bolivia están elaborados con harina de trigo argentino. Aunque el Gobierno boliviano importa el trigo a precios subvencionados para estabilizar y mantener bajos los precios al consumidor, habrá problemas. Al ritmo actual de la escalada, la subvención estatal tendría que duplicarse y seguir aumentando para no trasladar los altos precios al consumidor final. La devaluación de la moneda argentina incentivó el contrabando de harina, pero no habrá más harina de este tipo en el mercado nacional. Si Bolivia mantiene los actuales precios bajos a costa de mayor subvención, habrá grandes diferencias de precios con los países vecinos, por lo que la harina barata y subvencionada podría salir vía contrabando.
Bolivia es productor de soya, girasol y maíz. Están vigentes las medidas que fijan cuotas de exportación y bandas de precios nacionales para garantizar el suministro de la soya al mercado nacional. Los agropecuarios han estado presionando para eliminar estas medidas de protección, además de trasladar las medidas restrictivas a los pequeños productores soyeros. Los productores de pollos denunciaron, en más de una ocasión, que los alimentos balanceados encarecen porque los mismos soyeros acaparan las cuotas nacionales. El aceite de soya también tiende al alza. Bolivia es el principal proveedor de aceite a Perú.
Finalmente, la escalada del precio del petróleo provocará aumentos generalizados en los costos de producción agrícola a nivel mundial. Vivimos en un mundo donde predomina la agricultura mecanizada. El agro boliviano se beneficia hace varios años del congelamiento de los precios de combustibles, especialmente del diésel subvencionado. Si se mantiene esta medida, las ganancias de los grandes agropecuarios cruceños crecerán de forma extraordinaria debido a la combinación de costos de producción estables y altos precios internacionales.
Los precios altos no se estabilizaron, pero ya están provocando especulaciones en el mercado interno.