Actualmente, el oro ocupa el primer lugar en exportación. En los últimos 12 meses (Nov 2022-Oct 2023), Bolivia exportó 52,5 toneladas del metal precioso por un valor total de 2,7 mil millones de dólares. El gas natural fue relegado al segundo lugar con 2,1 mil millones de dólares y el tercer puesto es para la soya y derivados, con 1,7 millones de dólares en exportación. ¿Cómo se produjo esta escalada del oro y cuáles son las proyecciones para los próximos años?
Para entender la fiebre del oro boliviano, las respuestas están en el desempeño de la producción y los precios de la última década.
Sobre lo primero, la explotación del oro aumentó drásticamente en los últimos 10 años. En 2013, Bolivia producía 18 toneladas de oro, pero para el 2022 escaló hasta 53 toneladas. Prácticamente se triplicó en una década. Es un fenómeno sin igual porque, según los reportes de la Cámara Mundial del Oro (CMO), nuestro país es el que registró mayor crecimiento entre los principales productores del mundo. El aumento de producción vino de la mano con el crecimiento de las cooperativas mineras auríferas, mismas que están mayormente concentradas en el departamento paceño. Los registros de la gobernación de La Paz indican que en 2010 había 459 cooperativas registradas y una década después, en 2020, creció hasta alcanzar 1.300 que, según algunas estimaciones, genera empleo para 130 mil personas.
Sobre lo segundo, el alza imparable del precio internacional ha sido decisivo para la bonanza del oro. Hace 10 años, la onza troy tenía un precio promedio de 1.060 dólares, lo que fue subiendo hasta llegar al precio promedio actual que está en torno a 2.000 dólares la onza troy. Dicho de otro modo, el precio del oro se ha duplicado en el lapso de 10 años. Está claro que el aumento del precio internacional impulsó el aumento de la producción nacional y la multiplicación de cooperativistas auríferos.
De manera imprevista, la fiebre del oro se ha convertido en un colchón de amortiguamiento para la caída de la economía nacional, principalmente por el declive de la exportación del gas que tiene un efecto negativo directo sobre los ingresos fiscales. La bonanza del oro no formaba parte ni por asomo del modelo económico de Evo Morales y Luis Arce. Aunque el oro causa daños ambientales de alto impacto y tributa casi nada, inyecta dólares a una economía nacional sedienta de cualquier tipo de divisas. No es la solución, por supuesto, porque los dólares están bajo el control privado, pero es un salvavidas económico accidental, un paracetamol que aliviana temporalmente la crisis de la economía. En su desesperación, el gobierno de Arce planea la creación de una empresa estatal para también entrar al negocio del oro.
¿Qué va a pasar en adelante? Para eso, tenemos que saber por qué subió el precio internacional. Existen varios factores, pero una tiene mayor relevancia. La demanda mundial del oro es mayor a la producción que crece muy lentamente, en torno a 3.600 toneladas por año. La compra del oro creció de forma constante como un refugio seguro frente a las amenazas de múltiples crisis y los altibajos en el desempeño de la economía mundial. Los bancos centrales están comprando más oro que nunca, cerca de 1.000 toneladas por año, principalmente los bancos centrales de India, Emiratos Árabes, Suiza, entre otros. A esto habría que sumar el interés de los inversores del sector privado y las compras por parte de los grandes millonarios del mundo que se están refugiando en el oro para conservar su riqueza.
Todo indica que esta tendencia no va a sufrir cambios significativos, al menos no lo hará en el corto y mediano plazo. Siguen en pie las amenazas de recesión económica, China crece a ritmo lento, las guerras y los conflictos armados también alimentan la incertidumbre en los mercados, al igual que la inflación del dólar en Estados Unidos. Teniendo en cuenta todo esto, los pronósticos del CMO prevén que la tendencia ascendente caracterice al precio del oro: unos 2.200 dólares la onza troy para fines del 2024 y alrededor de 2.400 dólares para el 2025. En resumen, la bonanza del oro no cambiará de rumbo.
En Bolivia, este tema seguirá siendo motivo de debate. La minería del oro tiene su lado oscuro como la contaminación con el mercurio, los daños ambientales y los impuestos casi nulos. En lo económico, tiene connotaciones no estudiadas del todo. Por un lado, los dólares ciertamente pueden ayudar a sobrellevar el declive del gas natural, pero, por otro, también puede fácilmente convertirse en un medicamento pasajero que enmascare el verdadero alcance de la crisis económica.
Gonzalo Colque es investigador de la Fundación TIERRA.