En búsqueda del estudio: la migración de jóvenes rurales

El fenómeno migratorio en Bolivia, interna o externa, está marcado por altos niveles de discriminación y exclusión. La migración interna rememora a la Revolución de 1952 y posterior aplicación de la Reforma Agraria de 1953, que movilizó miles de campesinos (quechuas y aymaras) de tierras altas hacia las tierras bajas. 

Como efecto de ese extraordinario momento histórico y político, hoy, de manera notoria y gradual, desde los años 90, la tercera generación de campesinos-indígenas, es decir “los nietos” de la reforma agraria, ya no acceden a cantidades de tierra en superficies sostenibles. Por eso la población migrante se hace presente de forma más acelerada, no solo en las ciudades capitales, sino en ciudades intermedias. El principal motivo es que no es atractivo ser productor agrícola en regiones deprimidas de montaña en las que las condiciones de vida son altamente adversas, no solo por la escasez de servicios públicos, caminos vecinales, energía eléctrica, agua potable, educación y salud, sino también por las extremas condiciones climáticas, frecuentes heladas y sequías, además de las pocas tierras heredadas de los padres y abuelos.

Aunque este movimiento de habitantes representa para el área urbana “beneficioso” para tener acceso, por ejemplo, a mano de obra barata, la migración campo-ciudad es un fenómeno signado por exclusiones económicas y discriminación a razón de etnia y de edad.  

Los jóvenes son el grupo poblacional con mayor predisposición a migrar. Las personas entre 15 a 29 años, según Martínez (2000), tienen la ferviente necesidad de alcanzar logros que caracteriza a su generación. Esos logros tienen que ver con objetivos o metas que se expresan tanto en el ámbito material (ingresos, activos), en los que se encuentra, incluso, el plano intelectual y artístico. Los jóvenes siempre están en la búsqueda de educación con el objetivo de mejorar sus condiciones económicas, sociales para ellos y para su familia, con la idea de que una carrera profesional puede abrir puertas a un mundo laboral bien remunerado y con las prestaciones de ley. Pero sus objetivos de vida no siempre se materializan en las nuevas zonas de arribo por diversos factores en los que destacan los altos costos de vida en la ciudad, el poco apoyo de la familia para que ellos puedan dedicarse solo al estudio; los trabajos mal pagados y que en algunos casos son explotadores; el desempleo, la competencia laboral y la inestabilidad laboral; el hacerse de una familia, tener hijos, esposa o esposo a una edad temprana. Estos son algunos de los factores por los que los jóvenes deciden abandonar sus estudios y cambiar de estrategias, buscando un sustento económico en el trabajo informal. Por otro lado, también existen casos exitosos de jóvenes que han podido cumplir sus metas, completar sus estudios y conseguir un trabajo estable donde se desarrollan profesionalmente, pero son muy pocos. Bajo estas consideraciones, veamos algunos datos estadísticos que nos permitirán entender mejor la problemática.

Datos sobre la migración de los jóvenes

Bolivia es un país compuesto principalmente por una población joven comprendida entre las edades de 15 a 29 años, grupo que representa el 29% de los habitantes empadronados en el Censo Nacional de Población y Vivienda (CNPV) 2012. Esta cifra se descompone en que el 8% vive en comunidades rurales, mientras que el 21% de los jóvenes viven en zonas urbanas (ver Gráfico 1).

Gráfico 1. Bolivia, distribución de la población total y joven por área

Fuente: Elaboración propia, con datos del INE (CNPV 2012).

Según datos del Censo 2012, de los 10 millones de habitantes empadronados, el 26% reside en un lugar dentro del país diferente al de su nacimiento; el 7% de los jóvenes bolivianos viven en un departamento, municipio o comunidad diferente al lugar donde nació: el 5% de los jóvenes que residen en áreas urbanas y el 2% de los jóvenes que viven en áreas rurales han migrado fuera de sus comunidades o municipios donde nacieron. En ambos grupos el motivo está relacionado con la búsqueda constante de mejores condiciones para aspirar a un futuro mejor al de sus padres. Por ejemplo, los jóvenes rurales generalmente buscan acceder a mejor educación que no siempre pueden obtener en sus comunidades.

Cuadro Nº 1. Distribución de la Población total y joven, según lugar donde nació por lugar donde vive habitualmente

Fuente: Elaboración propia, con datos del INE (CNPV 2012).

Los datos de los últimos censos muestran que los municipios de tierras altas son “expulsores” de población, en tanto que los municipios de tierras bajas son zonas de “atracción” de migrantes. La expulsión de la zona altiplánica, principalmente de áreas rurales, tiene como causas principales la degradación de los suelos para la agricultura, la reducción de los suelos disponibles para el cultivo debido al crecimiento demográfico y la consecuente urbanización, y los índices de pobreza. Los migrantes llegados a la ciudad se incorporan al sector informal —que se constituye en una suerte de refugio para cerca del 60%— y lo hacen integrándose como mano de obra barata dada su baja cualificación promedio (Lewandowski, 2018). 

Migración de jóvenes y educación

Según información del INE (CNPV 2012), el 65% de los jóvenes bolivianos tiene como máximo nivel formativo el nivel de secundaria y el 12% solo ha llegado a cursar hasta el nivel de primaria, que principalmente se encuentran en el área rural donde el 23% de los jóvenes campesinos han llegado a cursar el nivel primario, que en su mayoría tienen la edad de 21 a 29 años representando el 16% de los jóvenes del área rural.

Por otro lado, a nivel nacional el 16% de los jóvenes han realizado estudios de nivel superior como licenciatura, o posgrados como maestría o doctorado. Sin embargo, los jóvenes rurales son los que menor acceso a la educación tienen, debido a que en la mayoría de los municipios rurales no se cuenta con universidades. Este es el factor detonante que obliga a los jóvenes a migrar a municipios o ciudades en búsqueda de la educación superior. Los jóvenes que no pueden realizar esta búsqueda se quedan en sus municipios realizando trabajos agropecuarios, pero cada vez establecen vínculos con los centros urbanos.

Gráfico 2. Nivel más alto de instrucción que aprobó la población joven, según área

Fuente: Elaboración propia, con datos del INE (CNPV 2012).

Con el paso del tiempo el acceso a la educación primaria y secundaria se ha extendido en el territorio boliviano, sin embargo, el 1% de los jóvenes no tiene formación escolar.  En el área rural este porcentaje de jóvenes que no ha tenido la oportunidad de asistir a la escuela incrementa en un 2%, que en gran parte son jóvenes de 21 a 25 años.

La población joven rural tiene menos ventajas sobre los jóvenes que viven en las ciudades. Si bien una de las principales motivaciones de los jóvenes migrantes es poder completar sus estudios, ya sea terminar la secundaria, o poder realizar una carrera en una universidad o instituto, gran parte ellos no llegan a cumplir esa meta. Uno de los factores que les impide cumplir su objetivo de seguir estudiando, es el económico; gran parte los migrantes que llegan a las ciudades viven con algún pariente como los padres, hermanos, hermanas, tíos, primos, algún amigo de la familia y en algunos casos solos, por lo que cubrir sus gastos básicos como alimentación, el alquiler de un cuarto, el pago de los servicios básicos recaen en los padres y en los jóvenes migrantes lo que conlleva en algunos casos a que tengan que vivir en pésimas condiciones.

En ese marco, los jóvenes necesariamente deben trabajar paralelo a los estudios y para aligerar la carga económica a sus padres, superarse económicamente, mantenerse y hasta ayudar a sus familias; sin embargo, la inestabilidad laboral y sueldos bajos obligan a los jóvenes a dejar los estudios para dedicar más tiempo al trabajo.

Gráfico 3. Actividad económica de la población joven, según área

Fuente: Elaboración propia, con datos del INE (CNPV 2012).

El 17% de los jóvenes que viven en zonas urbanas (incluye a los migrantes) trabajan en el comercio informal como vendedores o en almacenes; el 13% trabaja en servicios ya sean de alimentación como restaurantes, hospedajes, en servicios de limpieza, entre otros; el 10% trabaja en talleres de costura; el 9% trabaja en el oficio de albañilería, el 5% se gana la vida como chofer de transporte público o transporte pesado y solo el 8% trabaja en una institución ya sea pública o privada.

Como se menciona anteriormente, la escasez de tierras para cultivar, el poco acceso a servicios básicos, servicios de salud y educación deficientes, hacen que la población joven tenga mayor predisposición a abandonar su lugar de nacimiento. Esta es una dinámica histórica que no se puede evitar, por lo tanto, urge buscar alternativas que permitan aprovechar de forma positiva los efectos de la migración y sobre todo generar condiciones para ayudar al joven migrante para que realmente pueda mejorar sus condiciones de vida y superar las dificultades que deben atravesar para cumplir sus objetivos. Además, pensando en el futuro, no es muy probable que los flujos migratorios de los jóvenes disminuyan, sino que vayan en incremento, en consecuencia, se requieren estudios multidisciplinarios profundos que sustenten nuevas políticas públicas que contemplen las necesidades actuales de esta población, además que velen por los derechos de los jóvenes.

Se debe apreciar el gran potencial en la juventud boliviana, no solamente porque conforman una gran parte de la población, que va en incremento, sino también porque los jóvenes tienen la voluntad para encaminar el desarrollo del país. Los jóvenes representan la fuerza de trabajo, tanto en mano de obra como en el ámbito intelectual, tanto para las industrias como para el sector agrícola. Por lo tanto, la clave para aprovechar este potencial y mejorar la situación de los jóvenes y, a través de ellos, el desarrollo de la sociedad, es dándoles acceso a la educación y a la información.

Además de la educación que brindan las escuelas y colegios, otra posibilidad es ofrecerles a los jóvenes una formación técnica en profesiones específicas que les permita conseguir un trabajo, quizás con un salario ligeramente más alto debido a su formación técnica y en el mejor de los casos, para que puedan establecer su propia micro empresa.

“EL futuro de nuestro país está en manos de los jóvenes, hombres y mujeres preparados, capaces de resolver problemas de manera eficiente e informada”

 

 *Stephany Velasco es técnica estadística de la Fundación TIERRA.

 

Referencias

Lewandowski, S. U. (2018). Jóvenes migrantes en Perú y Bolivia: Educación, familias y territorios en recomposición. Revista Boliviana de Investigación, 9-23.

Martínez, J. (2000). Migración internacional de jóvenes latinoamericanos y caribeños: protagonismo y vulnerabilidad. SERIE: Población y desarrollo.

Urioste, M. (s.f.). La Reforma Agraria abandonada: valles y altiplano. Proceso agrario en Bolivia y América Latina, 19-52.

Vacaflores, V. (2003). Migración interna e intraregional en Bolivia. Una de las caras del neoliberalismo. Aportes Andinos N° 7.

 

 

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