El latifundismo provoca la formación de sociedades conservadoras, su derechización y sienta las bases del atraso político de Bolivia.
Entre la gente arrimada a las élites cruceñas, está causando indignación las palabras del ejecutivo provincial de Omasuyos, Ruddy Condori, quien acusó al Rector del Instituto Tecnológico de usurpar funciones al haber ataviado con ponchos rojos al presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Oscar Mario Justiniano, y a sus acompañantes. La indignación escaló con suma facilidad en el oriente porque, en los días previos, la prensa escrita y televisiva se encargó de titular el encuentro como un pacto sellado entre Santa Cruz (no solo agroempresarios) y Achacachi (no solo el instituto), como el abrazo anhelado entre andinos y orientales que, ciertamente, tanta falta hace para superar nuestras fracturas.
El publicista de los agroempresarios, Gary Rodríguez, es uno de los más indignados. Escribió que siente “una verdadera lástima” por los dirigentes de Omasuyus, quienes, según él, tienen “una mirada tan miope y una actitud tan torpe”. Echó mano de las columnas de opinión que tiene en varios medios escritos, expresando su “bronca ante la inexplicable reacción de ciertos dirigentes”, en referencia a Condori.
Dicho esto, paso a explicar a los indignados, y a Gary Rodríguez, una realidad elemental.
Para cualquier análisis, un hecho insoslayable es que dicho encuentro (ponchos rojos-CAO) no es entre iguales, sino entre campesinos minifundistas y grandes latifundistas. El investido con poncho rojo y actual presidente de la CAO, es uno de los mayores acaparadores de tierras. Tiene a su nombre el predio "Las Conchas" en la provincia Guarayos con 2.800 hectáreas, el predio “Berlín” en Concepción con 1.200 hectáreas y, en copropiedad, la hacienda “Junquillar” en San Ignacio de Velasco con 17.000 hectáreas. Posee 21.000 hectáreas, sin mencionar varias otras propiedades que figuran bajo nombres de empresas agropecuarias. Este poder agrario, se burla del límite constitucional de 5 mil hectáreas a la propiedad empresarial.
Por su lado, Ruddy Condori, es un campesino altiplánico. Pertenece a la comunidad Porejoni que tiene 180 hectáreas y 90 afiliados. En promedio, cada afiliado posee dos hectáreas. En consecuencia, la brecha de desigualdad en la tenencia de la tierra es de 1 a 10.000. Llevando al plano económico, por cada dólar que recibe Condori de su tierra, Justiniano se embolsilla 10 mil dólares.
Por lo tanto, lo que se interpone para el abrazo entre Justiniano y Condori no es la torpeza o la miopía de este último, sino la obvia y enorme brecha de desigualdad provocada por el acaparamiento de tierras. Este latifundismo que persiste y se consolida, es lo que provoca la “inexplicable reacción” de Condori y la incompetencia analítica de Gary Rodríguez. En otras palabras, este latifundismo sienta las bases materiales para la formación y reproducción de sociedades conservadoras, su inevitable derechización y, en última instancia, es la causa de fondo del atraso político de Bolivia.