Para los campesinos, la Reforma Agraria de 1953 fue siempre sinónimo de la propiedad de la tierra y buena producción agrícola. Sin embargo, a pesar de varios intentos gubernamentales de avanzar con este objetivo económico productivo no ha habido resultados contundentes. Uno de los más recientes hitos fue la promulgación de la Ley Nº 144 de Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria en 2011, que ha generado muchas expectativas y esperanzas de mejores días para el agro rural andino; sin embargo, la revolución productiva pregonada por el Gobierno no se ha efectivizado como se esperaba debido a varios factores:
La organización comunitaria no ha avanzado hacia el cooperativismo agro productivo. La Ley 144 reconoce a las comunidades rurales como organizaciones económicas comunitarias capaces de promover la gestión territorial para implementar fases de producción, transformación y comercialización de la producción agropecuaria para la seguridad alimentaria y generar excedentes económicos. A pesar de estar establecido en la ley, las comunidades no han pasado de ser organizaciones meramente orgánicas y no se han transformado para producir la tierra de manera organizada, de gestionar la producción, la transformación y la comercialización de manera corporativa; se han perdido y corroído los valores ancestrales de trabajo comunitario con la fragmentación de los ayllus y las comunidades en propiedades individuales.
El minifundio es un fenómeno cada vez más presente. La Ley de Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria establece un conjunto de políticas entre las que se plantea el fortalecimiento de la base productiva (suelos y otros). Sin embargo, muchas comunidades campesinas subsisten en condiciones de minifundio con las tierras degradadas; producir en estas pequeñas parcelas y vivir de ello ya no es viable económicamente. A pesar de esta situación, cada familia cumple obligatoriamente la función social, asume los gastos en los que incurren para ejercer cargos de autoridad comunitaria y mantener el derecho propietario, egresos que superan con creces el valor de producción anual que generan en sus parcelas.
La falta de agua y el clima condicionan el agro andino. Se han implementado sistemas de riego para mejorar las condiciones de la producción agropecuaria en el altiplano, sin embargo, muchas de estas infraestructuras han quedado como elefantes blancos por razones que van desde fallas en el diseño técnico a la mala o nula organización de los beneficiarios, quienes han prescindido de los sistemas de riego. Las condiciones climáticas del altiplano, que determinan la existencia de una sola campaña agrícola, también influyen negativamente. A pesar de los esfuerzos de producir algunos cultivos de invierno, las posibilidades de incrementar los rendimientos de la tierra son escasas. La variabilidad del clima también incide sobre las pérdidas agropecuarias, condicionando a las familias a una vida de subsistencia alimentaria.
La mecanización y la tecnificación agropecuaria son insuficientes. Si bien el gobierno nacional realizó esfuerzos con la dotación de tractores agrícolas a las centrales agrarias, esto no ha tenido el impacto necesario y su administración no fue la adecuada. La mecanización, la tecnificación y la innovación agropecuaria continúan siendo insuficientes para mejorar la competitividad de la producción agropecuaria del altiplano en términos de productividad, calidad y costos de producción para hacer frente a los productos externos.
Los Consejos Económicos Productivos han quedado solo escritos en la Ley 144. La ley instituye la conformación de los consejos económicos productivos, sin embargo, en los gobiernos departamentales y municipales no se han creado estas instancias cuyo objetivo era que ayuden a fortalecer la planificación, la ejecución y evaluación de programas y proyectos productivos de acuerdo a las potencialidades productivas de cada región. La conjunción de todos los actores económicos y productivos en el marco de la economía plural es una utopía que no se efectiviza como se esperaba.
Presupuestos municipales productivos muy bajos. El presupuesto anual destinado a la inversión productiva para los municipios del departamento de La Paz alcanza al 4,93% (promedio de los últimos 10 años). ¿Cómo se puede promover e implementar la revolución productiva cuando los presupuestos municipales para el desarrollo productivo son tan bajos? En la actualidad, los gobiernos municipales y autoridades comunitarias, prefieren destinar recursos de sus Planes Operativos Anuales para infraestructura social y comunitaria, ya que ello permite visibilizar de mejor manera su gestión.
Contrabando y comercio injusto para productos de la agricultura familiar. Los escasos excedentes de los productos agrícolas de la región andina son comercializados a precios inferiores al de su costo de producción porque el contrabando de productos agrícolas de Perú, Chile y Argentina hace que ingresen al país con precios tan bajos, que el productor nacional tiene que regalar sus artículos, que son más sanos y nutritivos, ante la falta de un mercado justo y la falta de protección legal por parte del Estado. No existe un mercado justo que motive a los productores a invertir más para producir más cuando se tiene que comercializar a pérdida.
Ante esta situación, uno no deja de preguntarse: ¿cuándo habrá una verdadera Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria en el altiplano?
Yohony Mamani es técnico de la Regional Altiplano de la Fundación TIERRA.