No cabe duda que la extracción de recursos naturales es la actividad que —desde la época de la colonia, pasando por el periodo republicano y ahora el Estado Plurinacional— es la fuente generadora de recursos económicos para el país. Los nueve departamentos que son parte de este territorio generan divisas para el Tesoro General de la Nación (TGN) producto de la riqueza que guardan sus suelos. Ese el caso de Chuquisaca, que, de ser un departamento productor de hidrocarburos, en los dos últimos años, está pasando a ser reconocido como otro departamento minero de Bolivia.
Por la explotación de minerales complejos, entre ellos el zinc, plata, plomo y cobre, Chuquisaca recaudó en 2019, 1,03 millones de dólares; el año 2020 generó 1,45 millones de dólares; el 2021 recaudó 2,72 millones de dólares y el año 2022 logró 3,01millones de dólares. Los municipios que mayor participación tienen en estas regalías son San Lucas, Sucre, Las Carreras, Yamparáez y Camargo, según datos de la Gobernación.
Fuente: Elaborado con datos publicados en el boletín estadístico del Ministerio de Minería y Metalurgia
En Chuquisaca hay más de 416 concesiones mineras, distribuidas en los municipios de Camargo, Las Carreras, San Lucas, Villa Abecia, Huacareta, Culpina, Huacaya, Monteagudo, Muyupampa, Yotala y Tarabuco donde hay yacimientos de zinc, plomo y plata; mientras que en Poroma existen canteras de yeso. Asimismo, otro de los hechos que está alentando la actividad minera en esta región del país es el descubrimiento de nuevos yacimientos mineralógicos en municipios como: Icla, Zudáñez, Padilla y Serrano.
Desde 2015, la actividad minera en el departamento fue impulsada con la creación de la Federación de Cooperativas Mineras de Chuquisaca (FEDECOMIN), que aglutinaba, en ese entonces, a tres cooperativas legalmente constituidas. Ahora, existen 32 cooperativas mineras, de las cuales 23 operan legalmente. Además, existen más de 15 empresas privadas mineras. Sin embargo, el repunte de esta actividad también es atribuido a una fiscalización más efectiva ejercida por la Gobernación de Chuquisaca. En los últimos años, esta institución ha implementado acciones e iniciativas en busca de incentivar la explotación de minerales. Estas acciones están vinculadas a estudios de exploración y cuantificación de minerales metálicos para intentar atraer nuevas inversiones al departamento.
Según últimos informes de la Secretaria de Hidrocarburos y Minería de la Gobernación, las regalías por la explotación de minerales superaron los 9 millones de bolivianos en el primer semestre de 2023, con relación a similar periodo del pasado año. Tomando como referencia ese incremento, se estima que hasta finales de esta gestión habrá una recaudación de más de 25 millones de bolivianos por la explotación de minerales en Chuquisaca.
A consecuencia del crecimiento de la actividad minera, el 24 de mayo de este año se creó la Dirección Departamental de la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM) en Chuquisaca (Decreto Supremo 4947) que incorpora a la nueva institución a la estructura estatal para brindar una mejor atención a los actores productivos mineros.
Mirar con cuidado los efectos de esta actividad
Desde todo punto de vista es importante considerar la situación en la que se mueve este sector y mirar desde una perspectiva crítica los efectos que traerá consigo el crecimiento de la actividad minera en comunidades del departamento de Chuquisaca.
Lo primero, que se debe evaluar es el impacto ambiental con frialdad y sin apasionamientos de ninguna naturaleza que contaminen los resultados del estudio. Si, por ejemplo, se encuentra una veta en una zona agrícola, es un hecho que el territorio donde se desarrollará esta actividad será perjudicado por la afectación del suelo y el agua, que en poco tiempo puede hacer inviable la actividad agrícola familiar sostenible en esos territorios.
Además, uno de los grandes riesgos que tienen las comunidades es la transformación a la que podrían ser sometidas. Pasar de una comunidad agrícola, productora de alimentos a una minera, conlleva la resignación de las familias a cambios en aspectos culturales, sociales y económicos que transformarán la comunidad de manera negativa.
Considerando los efectos que conlleva la minería en la forma de daños irreversibles en los sistemas de vida sustentables como son el suelo y el agua, los chuquisaqueños deberíamos preguntarnos: ¿Se debería desarrollar más la actividad minera en el departamento? Además, cambia la cultura de la gente, porque la vivencia de esperar ciclos para obtener un producto agrícola y generar ingresos, de pronto, encuentra en la minería un resultado inmediato, ve riqueza. Entonces, cambia la cultura, la forma de pensar y el estilo de vida de la gente, porque el hecho de experimentar una mejora pasajera en sus ingresos económicos familiares empuja a las personas a ser parte del extractivismo, y una vez pasado el apogeo de la veta, solo quedarán medios de vida destruidos, improductivos, agua contaminada, desolación y pobreza, efectos que se ya se observan en comunidades de otras regiones del país con actividad minera tradicional.
Bajo esas consideraciones no es recomendable pensar en desarrollar la minería, sino más bien se debería trabajar en potenciar el sector agrícola, pecuario y el turismo comunitario, porque donde entra la minería hay depredación y provoca daños irreversibles al medioambiente.
Eloy Valda es Director de la Regional Valles - Fundación TIERRA.