La soya transgénica boliviana tiene el más bajo rendimiento de la región –en promedio 2 Toneladas métricas (Tm) por hectárea (ha)- pero con creciente dependencia tanto de los agroindustriales como de los pequeños productores al paquete tecnológico que incluye la semilla, el glifosato y los herbicidas, afirma el investigador Enrique Castañón de la Fundación TIERRA.
Con los datos de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (ANAPO), el investigador afirma que de los 1.2 millones de has de soya cultivadas en el oriente boliviano, más del 90 por ciento es transgénica, y contrariamente a lo que pensaban los productores, luego de un leve ascenso que hubo en el rendimiento, la curva empezó a descender y hoy en día, la productividad por hectárea es la más baja de la región.
El autor del estudio "Comunidades campesinas en Territorio Agroindustrial: diferenciación social y seguridad alimentaria en el municipio de Cuatro Cañadas", señaló que la soya ingresó al país el año 1998, pero se oficializó su producción en 2005.
"El caso más emblemático de la caída de la productividad es Pailón, que hace 15 años era la capital soyera, pero hoy en día el municipio tiene el rendimiento más bajo y le sigue Cuatro Cañadas", dijo.
Según Castañón, la ampliación de la frontera agrícola de transgénicos respalda tanto por agroindustriales como pequeños productores se dio bajo la justificación que la producción de soya transgénica es más económica que la convencional a razón de 40 dólares menos por hectárea cultivada. Sin embargo, es evidente que la adopción del paquete tecnológico asociado a la producción transgénica tiende a incrementar los costos de producción.
Por ejemplo, mientras en el año 2007 el costo de producción de la soya transgénica oscilaba en 300 dólares, para el año 2012, este costo subió a 450 dólares, dependiendo de las condiciones y escala de producción. Otro elemento preocupante en torno al uso generalizado de la soya transgénica es la creciente dependencia hacia la semilla, particularmente por la volatilidad de su precio, pues mientras en el año 2011 la tonelada de semilla costaba 800 dólares en el 2012 el precio subió a 1.200 dólares. Aquí el investigador sugiere que los abruptos incrementos del precio de la semilla se deben a que los proveedores están empezando a aprovechar su control casi monopólico como parte de su estrategia de acumulación. Los productores argumentan por su lado, según el estudio, que la soya transgénica es una respuesta al cambio climático, ya que es más resistente a los eventos climáticos extremos.
"Esto no solo ocasionó acumulación de capital, sino la profundización de la brecha económica social en el municipio de Cuatro Cañadas, donde sólo el 10 por ciento de los pequeños productores logró insertarse a la producción soyera", explicó.
La soya Roundup Ready (RR) –dijo el investigador- que ha desplazado a casi el total de este producto, pues va acompañado de un paquete tecnológico que contiene glifosato, herbicidas e insumos agroquímicos.