Entre mayo y julio de 2014 se produjeron 21 conflictos por tierra y recursos naturales (4,8% del total de los casos registrados en el país); 85% de éstos se iniciaron a lo largo del trimestre y 15% provienen de meses anteriores, algunos incluso se remontan a varios años atrás, como el rechazo a la contaminación de la cuenca de Questuche o las pugnas por tierras aptas para el cultivo de quinua entre Coroma y Quillacas.
La aspiración de contar con más hectáreas de tierra alienta las acciones de los campesinos y sus organizaciones que viven en la provincia cruceña Guarayos. Buscan que el Estado les dote una superficie similar a la que se dio a los indígenas de ese lugar, aunque en la actualidad hay denuncias de que se han asentado dentro de la reserva forestal y la Tierra Comunitaria de Origen (TCO) del lugar.
Es cierto que el sistema patriarcal impidió el acceso de las mujeres a la tierra por mucho tiempo y que en los últimos años ese panorama cambió en el agro boliviano. Al parecer las mujeres se empoderaron, pero la realidad no es del todo así, según la conclusión a la que arribaron los investigadores de TIERRA, Floriana Soria Galvarro y Gonzalo Colque, autores del texto “Inclusión en contextos de exclusión. Acceso de las mujeres campesinas e indígenas a la tierra”.
En la región, hay varios gobiernos llamados progresistas que llegaron al poder esgrimiendo un discurso de cambio en las estructuras de injusticia económica, social y política, pero que en el transcurso de sus gestiones, no hicieron mucho por cambiar la situación en el agro en favor de los campesinos. ¿Cuál es la razón de esta distancia entre el discurso de llegada y la realidad que viven esos países? Rita Zanotto, activista de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) Vía Campesina, ensaya una respuesta categórica con base en su experiencia de lucha: “Son los estados (gobiernos) que no tienen poder”.
Desde la década de los ’80, nos encontramos en una nueva fase del capitalismo hegemonizada por el capital financiero y las transnacionales, que pasaron a controlar la producción de las principales mercancías y el comercio mundial, suscitando cambios estructurales en la producción agrícola.