Los indígenas ese ejjas son conocidos por su cultura de río y por su actividad pesquera que practican ancestralmente. La población de Eyiyoquibo, ubicada en el norte de La Paz, está en un primer contacto con el Estado boliviano, el que, por su burocracia, no ha logrado generar mecanismos adecuados para atender sus necesidades y garantizar el ejercicio de sus derechos. Sin un espacio por el que moverse, presionados al sedentarismo, su seguridad alimentaria corre riesgo.
Con dos bolsas de yute en las manos y acompañado por representantes de diversas organizaciones, Miguel Supa Gamez —indígena tacana que estaba recluido en el penal de San Pedro— dejó el recinto penitenciario en el que estuvo encerrado más de seis meses. Aunque logró su liberación, su proceso continúa abierto y debe cumplir la detención domiciliaria sin derecho al trabajo, que son parte de las medidas que impuso un juzgado cautelar.
Tuvieron que acostumbrarse a vivir en un espacio estático y reducido. En una vivienda habitan hasta 12 familias. Tampoco pueden ejercer libremente la pesca, pues los controles del Estado los restringe. Esos son algunos de los detalles que describieron Wilson Torrez y Apolinar Ocampos, ambos indígenas ese ejja, quienes participaron de la presentación del estudio: Ese Ejjas de Eyiyoquibo, pueblo indígena de contacto inicial”.
Miguel Supa —indígena tacana del norte de La Paz que está por cumplir 200 días de detención en la cárcel de San Pedro— logró obtener su certificado de nacimiento y su cédula de identidad, además, fue beneficiado con una resolución que le acerca a devolverle la libertad, informó Mabel Martínez, delegada Defensorial de La Paz. Supa se encuentra recluido desde finales de marzo de este año por hechos de violencia que sucedieron en medio de un conflicto por tierras ocurrido en la comunidad de Chushuara, municipio de Apolo.
Los ese ejjas de Eyiyoquibo, pueblo indígena de la Amazonía, tenían su medio de vida tradicional dependiente de la pesca. Por ello vivían en la rivera de los ríos, moviéndose con libertad por los afluentes. Sin embargo, en las últimas dos décadas, su situación cambió radicalmente y ahora se encuentran arrinconados en un espacio semiurbano, alejados de sus orígenes.
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